sábado, 30 de abril de 2011

La imaginación contra el poder. Por Rosa Villada.

La nota discordante la pusieron los antimilitaristas que, armados de narices rojas de payasos, realizaron duras críticas contra el gobierno socialista-IU, considerando hipócrita su discurso que define a Albacete como ciudad de la paz.

El que no inventa, no vive». Lo dijo Ana María Matute al recoger el Premio Cervantes, en un discurso en el que defendió la imaginación. Einstein ya aseguró que «la imaginación es más importante que el conocimiento» y los estudiantes del mítico mayo francés, acuñaron una consigna que se hizo famosa en aquellos momentos: «la imaginación al poder». Mucho tiempo ha pasado desde entonces y los que ostentan hoy el poder, utilizan la imaginación - poca, por cierto- para aferrarse a él. Pero lo cierto es que capacidad imaginativa del ser humano está en contradicción con aferrarse a algo, la continuidad y la falta de innovación. Imaginar es, por el contrario, inventar otro mundo cuando el que vivimos no colma nuestras aspiraciones. O no nos gusta, o no nos satisface, o no nos hace felices. Precisamente sobre esa palabra, felicidad, Matute se preguntó: ¿por qué le tenemos tanto miedo?

Como autora de cinco novelas, inventora de otros mundos y universos literarios, estoy de acuerdo con Ana María Matute cuando dice que «el que no inventa no vive». Y, según parece, hemos perdido esa capacidad de inventar y de reinventarnos, aferrándonos una y otra vez a guiones pasados de moda que despiden cierto tufillo a rancio, sólo porque nos parecen seguros. Ese es uno de los problemas que afecta hoy a la política, fiel reflejo de la sociedad. En estos momentos, yo diría que es urgente utilizar la imaginación. Pero no para apuntalar al poder, sino contra él. La imaginación contra el poder, para derribar lo caduco. Porque estos dos conceptos, imaginación y poder, ya no casan hoy en día. Y hasta la consigna del mayo francés se ha quedado vieja y obsoleta.

Claro que hacer cosas nuevas no es fácil. Si no, que se lo pregunten a los de Democracia Participativa, que han tenido que retirar, deprisa y corriendo, la candidatura que habían presentado para concurrir a las elecciones municipales. Este partido había designado el orden de los candidatos mediante sorteo, y la persona que debería haber ocupado el cuarto lugar, se colocó en el primero por su cuenta. Y no sólo eso, sino que, como cabeza de lista, elaboró su propia publicidad en la que, junto a su foto, y al escudo de Albacete, se postulaba como «tu nuevo alcalde». Y no contento con ello, y de forma bastante ilusa, iba prometiendo cargos -la concejalía de cultura, para ser exactos- amén de otras cuestiones, que ya entrarían en el terreno del juzgado de guardia. ¡Patético! Es absolutamente lamentable que una nueva opción política, que pretende ser distinta a lo que hay, se vea obligada a no presentarse por las maniobras de uno de sus miembros. Aunque, obviamente, los demás no las compartan y las censuren hasta el punto de retirar la candidatura. Pero nada ocurre por casualidad, y este incidente demuestra que, cuando se quiere hacer política de forma diferente, hay que optar por caminos distintos a los que ya están trillados y sabemos a dónde nos conducen.

Y ha sido precisamente la imaginación en una protesta, la que estropeó a Carmen Oliver su último pleno como alcaldesa de la actual corporación. La nota discordante la pusieron los antimilitaristas que, armados de narices rojas de payasos, realizaron duras críticas contra el gobierno socialista-IU, considerando hipócrita su discurso que define a Albacete como ciudad de la paz... Me da la impresión de que las próximas elecciones van a marcar un final de ciclo político. Y no sólo porque pueda haber un cambio de gobierno local o regional, sino porque cada vez crece más el rechazo social hacia la actual forma de hacer política, basada en el engaño, los privilegios y la falta de transparencia... ¿No se lo creen? Tiempo al tiempo.

www.rosavillada.es