martes, 8 de diciembre de 2009

Cada vez son más frecuentes los vuelos militares a baja altura. por José Broncano.

Será casualidad, pero desde que se inauguró la nueva escuela europea de pilotos en la base militar de Los Llanos (Albacete) hace dos semanas, los vuelos de cazas a baja altura sobre la Sierra de Segura se están prodigando. La última vez, que yo sepa, fue el lunes pasado hacia las cuatro y media de la tarde, cuando varios aparatos pasaron muy bajo por la zona de Orcera y Segura de la Sierra. Por otra parte, ayer miércoles, poco antes de las diez de la noche, todo el mundo pudo oír un sonido ensordecedor, como una explosión, posiblemente debida a una rotura de la barrera del sonido a bastante altura. En definitiva, estamos volviendo a tiempos pasados, cuando los vuelos militares sobre la comarca eran el pan nuestro de cada día.

Creo que después del incendio forestal causado por el accidente de un caza en septiembre, hay un antes y un después en este asunto. Ahora ya no se trata sólo de molestias, de contaminación acústica. Es que este tipo de ejercicios es peligroso para nuestros montes y para las personas.

Los alcaldes, las asociaciones y los dirigentes políticos deberían posicionarse claramente. No se trata, en absoluto, de antimilitarismo ni de ninguna cuestión ideológica - al menos para un servidor. Es algo mucho más sencillo, a saber: que el bienestar de un pueblo y de una comarca no depende sólo de que haya trabajo e infraestructuras. Hay otras cosas. Por ejemplo, que no se ponga en riesgo constantemente nuestra seguridad y la conservación de nuestro patrimonio natural.


El Ejército necesita espacios donde realizar sus prácticas, pero no todos son adecuados. La Sierra de Segura pertenece, en su mayor parte, a un espacio protegido legalmente por su valor ecológico. Nuestros bosques forman parte de la masa forestal continua más grande de España. Y además –y sobre todo- nuestra comarca está salpicada de pueblos y aldeas poblados por personas que nos sentimos amenazadas cada vez que un avión pasa tan cerca que casi podemos saludar al piloto.

En septiembre ya vimos que el cántaro, cuando va mucho a la fuente, se rompe. Ahora necesitamos que la Junta de Andalucía y el Ministerio de Defensa acuerden medidas sensatas para que no vuelva a romperse.

Seguro que no es tan difícil: al fin y al cabo, todos compartimos el deseo de sentirnos defendidos, no amenazados.

Publicado por Javier Broncano Casares