sábado, 5 de diciembre de 2009

Otra vez Afganistán

El flamante Nobel de la Paz necesita más soldados para su macabra campaña y recurre a su tribu de compinches incondicionales. Los amigos son los amigos,y los pueblos, como simpre: morituri te salutem.



Nunca he podido comprender por qué una decisión tan grave como participar en una guerra puede ser tomada por unos cuantos individuos en un gobierno, firmada por un presidente o tomada por unos parlamentarios que creen estar ahí como si fuesen una supervoluntad colegiada capaz de oponerse a la voluntad popular cuando les parece, por más que los pueblos griten contra la guerra.

La falta de control de los pueblos sobre estas democracias de pacotilla favorece todo tipo de corrupciones como las que vemos a diario, con todas sus impunidades y la impunidad mayúscula de declarar guerras, como la presente, que los estratosféricos representantes de los pueblos organizan sin contar con los ciudadanos. Les basta contar con “el amigo americano” da igual que sea demócrata-fascistoide que republicano fascistoide.

Esto es lo que sucedió en España durante el gobierno profascista anterior con el envío de tropas a Irak y esto es lo que sucedió después con el gobierno conservador-derechista disfrazado de socialista de ahora mismo. Ahora es el Sr. Zapatero quien tiene que vérselas con el Sr. Obama agobiado porque los talibanes ganan terreno y la guerra se está perdiendo al mismo ritmo o más que los empleos en su propio país ( y en España, no digamos).Pero ignorando lo que nos está cayendo a los pueblos atrapados en su telaraña, el “amigo americano” pide una mayor implicación en esta guerra sin futuro, mientras los pueblos callan o dicen poco. Justo la situación ideal que permite hablar a los gobernantes sin conciencia en su nombre.

El gobierno español, que utilizó como argumento para enviar tropas a Afganistán el respaldo legal de la o nU, debería tener en cuenta que ahora el “amigo americano” pide refuerzos presionado por los angelitos de la Asociación Nacional del Rifle, los grupos petrolíferos y todos los que en definitiva hicieron trizas la paz en Oriente, las vidas de sus gentes y la economía de esa parte del mundo y del resto desde el gobierno Bush.
ahora gobierna Obama, pero en política exterior siguen vigentes las mismas líneas pese a la estudiada puesta en escena del talante liberal del Sr. de la Casa Blanca con su esperpénticvo premio.

No hay excusas, ni una sola, para enviar ahí ni un solo soldado, y sí muchas razones para hacerles regresar a todos ellos sin perder un minuto y abandonar esta sórdida partida de caza al talibán, por más que no nos guste su comercio de opio, sus señores de la guerra tribales, su fanático modo de entender la religión, y cómo actúan con las mujeres, por poner ejemplos. Pero nada de eso trata de resolver, ni está resolviendo, ni puede hacerlo, esta guerra cruel que tiene otros objetivos: control geopolítico y de los conductos de gas.

Si el gobierno español se sentía culpable por haber abandonado Irak, y por ello aumentó sus tropas en Afganistán, recordemos que el participar en ambos conflictos fue la causa de que el terrorismo islamista se fijase en nuestro país como blanco de sus ataques. Ya hemos sufrido algunos, evitado otros, tenido recientemente secuestros de cooperantes con final imprevisible, y mientras tanto las serias amenazas no cesan. Así que no es para estar contentos con el espíritu belicista de los señores diputados de los gobiernos que mandan soldados a morir y a matar en lugares donde nada se les ha perdido, y donde lo único que se pierde fácilmente es la conciencia si no la propia vida en sus mejores años.

No crean en la propaganda oficial,amigos despistados, (si queda alguno todavía) , porque la misión de los españoles allí no se ve por los nativos como una colonia de frailes vestidos de soldados ni como avanzadilla de hermanitas de la caridad, que es como se nos pinta aquí el asunto para hacernos callar a los del “no a la guerra”. No niego que hayan hecho algunas obras de infraestructura, que igualmente se hubieran hecho en mejores condiciones de haber paz, como tampoco niego que se hayan puesto en marcha medidas de ayuda sanitaria, pero para nada de eso es necesario el montaje bélico que desmiente lo de la colonia caritativa y las obras públicas solidarias. De hecho, como vimos en un reciente reportaje, hasta los pocos que acuden pidiendo ayuda a los soldados lo hacen de tapadillo, para que no les fichen los talibanes.

Y las mujeres siguen llevando el burka.

¿Para qué sirve entonces la muerte de los soldados de uno y otro bando aparte de indignar y entristecer a sus familias y a millones de personas que queremos la paz y no somos escuchados por nuestros gobiernos que se dicen democráticos?

Si en vez de enviarles tropas les hubiésemos pedido permiso para prestarles ayuda humanitaria manteniendo neutralidad habríamos dejado de tener sobre nuestras cabezas la amenaza constante del terrorismo y en cambio habríamos ganado muchos amigos.

Está muy bien ayudar a quien pide ayuda, pero no es de recibo meter las narices en avisperos donde nada se nos ha perdido a los españoles, por ejemplo, ni a ninguno de los que van ahí de salvapatrias ajenas. Y que no me vengan con aquello de la o nU, porque por encima de la o nU- aparte de los EEUU, China y Rusia, cuando se les tercia - está el simple sentido común y la honradez cuando menos. Y razones tenemos quienes defendemos vivir el Mandamiento de No Matarás, y somos pacifistas o ecologistas.

Y quienes precisan más argumentos, basta con la sabiduría de practicar el “no metas las narices en casa ajena para solucionar los problemas familiares, porque bastante tienes con los tuyos”.Está bien ayudar a quien pide ayuda si es legítimo prestarla, pero la ayuda no se impone, no divide y no mata.

Nunca nos conviene olvidar que las guerras las pagamos los pueblos, y no quienes las promueven. Promover guerras es un negocio más de los países que fabrican armas que serán usadas para controlar las fuentes de riqueza que interese en cada momento y la vida de quienes tienen la desdicha de vivir en su entorno. Y mientras los pueblos que van a la guerra mueren y se arruinan, los responsables se enriquecen y ponen a sus hijos en lugares tan seguros como los suyos, porque ellos nunca van a Afganistán ni a ninguna otra guerra de papá.A todos ellos les mueve la búsqueda del mejor de sus paraísos: el paraíso fiscal.