A la entrada de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York hay una escultura del sueco Karl Fredrik Reutersward; un revólver con el cañón retorcido, con un nudo, como símbolo de la "No violencia". Este símbolo a las puertas de una organización que en muchas ocasiones ampara y legitima el uso de la violencia, otras veces la silencia, está allí porque el 27 de junio de 2007 la Asamblea General aprobaba la resolución 61/271 que proclamaba el 2 de octubre, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, Día Mundial de la No Violencia.
El pasado domingo Ghandi hubiese cumplido 142 años. Durante todo este tiempo, la violencia ha seguido apareciendo de alguna u otra manera en casi la totalidad de nuestro planeta. Y un domingo más, como cada primer domingo de mes desde hace años, un pequeño grupo de albaceteños, que se autodenominan Albacete por la Paz, volvieron a concentrarse alrededor de la Bicha de Balazote para gritar, guardando un minuto de silencio: "Parad la guerra". Guerras y violencia que asolan infinidad de lugares en el mundo con la connivencia directa o indirecta de gobiernos, entre otros muchos, el nuestro.
Y contra la violencia, la mejor respuesta, la única respuesta posible: la "noviolencia". Muchos preferimos utilizar el término noviolencia como una única palabra, con un significado pleno más allá de la simple negación de la violencia. Esta noviolencia que hoy sigue siendo el arma más útil para luchar, exigir derechos, pedir cambios y libertades. Protestar contra aquellos que utilizan la violencia para, al final, dar la razón a los noviolentos. Noviolencia que deslegitima y desarma a cualquier gobierno que use la violencia ejercida por sus fuerzas de seguridad para llevar a cabo una represión policial legal contra cualquier movimiento noviolento. Noviolencia para exigir el cese de la violencia, en todas sus formas.
El Día Mundial de la No Violencia ha pasado casi desapercibido por prácticamente todos, en un momento en el que la situación mundial invita a reclamar cambios y reformas, en el que se producen las máximas desigualdades sociales, en el que cientos de conflictos bélicos siguen desarrollándose en cientos de lugares, con armas que venden los países que se autodenominan pacifistas o no belicistas, pero que fomentan la "guerra allí y dinero aquí" en un completo acto de hipocresía. En un momento en el que la lucha contra el terrorismo antes, y contra la crisis ahora, justifica la reducción de derechos y el uso de la violencia contra todo lo que se oponga o se revele contra el estado actual de las cosas. Ante todo esta situación, la respuesta, como es lógico y no podría ser de otra forma, debe ser activa y noviolenta. Parad la guerra. Parad la violencia.
Albaccete, 5 de octubre de 2011